Me senté en la cama. Miré el test de Rorschach. Traté de ver un arból frondoso, proyectándo una sombra a sus pies, pero no pude.
Se parecía más a un gato muerto que encontré una vez, lleno de gusanos brillantes y gordos, recorriéndolo, huyendo de la luz. Incluso eso es esquivar el verdadero horror.
El auténtico horror es que al final, sólo son unas manchas oscuras, vacías y sin sentido. Estamos solos. No hay nada más.
Ahora mira mi cara, me conoces? Nah! Siempre crees conocer a la gente. Mi cara es un espejo. Es tu filtro fotográfico. En mi te miras tu. ¿Querías ver un ave alimentando a sus polluelos? ¿Una oruga saliendo del capullo?
Pero no, no pudiste, lo que viste fue al demonio de tu frustración y te asustaste, te sentiste incómodo, no podías soportarlo.
También observaste ezquizofrenia colectiva, con antenas receptoras, con antenas wifi una extraña nube invisible madre alimentadora de ilusiones, que parió a la locura. Cubre al mundo bajo la frecuencia GHz.
Oí que la sociedad no está siendo capaz de sostener la “realidad” para algunas personas; por ello, en ocasiones, puede que una persona altere su realidad cuando ésta le resulta insatisfactoria e intolerable…